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FIN DE SEMANA EN EL GUAZÚ

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Octubre está siendo un mes muy inconstante con el clima, del frío de la semana pasamos a un afable fin de semana con linda temperatura. Lo aprovechamos, y viajamos al sur de la provincia de Entre Ríos…

POR EL LIC. VÍCTOR DE VÍCTOR

Como lo hacemos habitualmente, comenzada la primavera, visitamos la sede Paraná Guazú del Club de Pescadores de Buenos Aires. Acostumbramos a llegar el viernes por la tardecita y aprovechamos las últimas horas del día pescando. Siempre comentamos que es el escenario soñado, cae el sol en la isla, la cena en camino, y el fin de semana  completo por delante.

El clima anunciado era óptimo, soleado con una temperatura promedio de 20 grados. El viento, aunque racheado, prometía complicar un poco las cosas, y en definitiva lo hizo, pero el convidado de piedra de la salida sería el agua alta.

Desde unos días atrás, el río había crecido mucho y no se estabilizó en sus parámetros normales. En la semana cortó el camino de acceso al predio y luego, lejos de normalizarse se mantuvo, al menos, al ras de la tierra.

Así fue que arribamos al Club, nos instalamos de inmediato y comenzamos a pescar. Probamos la pesca de doradillos en las modalidades spinning y bait casting sin respuestas. Spinners y señuelos como el Iron Head o el Thunder Blade para que “barran” el fondo en la búsqueda de los peces que cazan en el veril fueron los que iniciaron la ronda de artificiales, luego intentamos con varios modelos de lipless como el Rat-L-Trap y por supuesto, también con el inefable Flap Jack, raramente, sin resultados.

Un grupo de pescadores que estaban allí desde el miércoles nos comentaron acerca de la ausencia del dorado y de las tarariras en el pesquero, y además de la nulidad de la pesca con señuelos desde unos días atrás. Esto motivó el cambio de planes. Cuando esto ocurre, nos cruzamos de brazos y tomamos mate, o recurrimos a la pesca con carnada sin desdeñar la criolla infusión…

Preparamos los equipos de boga, siempre ultralivianos. Nos posicionamos frente a la boca del arroyo Negro y nos dispusimos a pescar. Como carnada, daditos de salamín y chorizo colorado, irresistibles para tentar a esta especie.
En un rato logramos no menos de 15 ejemplares todos entre los 700 g. y 1 kilo de peso. Hermosa pesca para hacer con elementos sutiles.

Con el sol yéndose tras el monte isleño, encarnamos con mojarra y probamos entre los juncos para ver si podíamos obtener alguna tararira. Otrora sitio indiscutido para la pesca de las Hoplias, en esta ocasión no tuvimos ni una sola captura. Sorpresivamente en su lugar, ya entrada la noche capturamos algunos doradillos, los que lógicamente luego de las fotos fueron regresados a su medio.

Cenamos, disfrutamos un café en el muelle bajo un espectacular cielo estrellado y con una fresca brisa que causó que no haya mosquitos. La pesca nocturna, sólo peces de piel, bagres blancos, amarillos, y algún paticito.

Al día siguiente comenzamos la pesca al amanecer. El desayuno a las 6.15, auguraba un día a toda pesca. Una hora de señuelos y nada. Entonces nos dedicamos de lleno a las bogas, al principio con líneas de fondo muy livianas confeccionadas con dos anzuelos y una plomada pasante de 10 g. y luego, buscando variantes, las pescamos a flote con un aparejo armado con un sutil paternoster de madera balsa, dos anzuelos y una munición de 5 g. para que la línea trabaje bien, un lujo. Las cañas, Fenwick y Shimano, ambas Ultralight y microreeles cargados con monofilamento de 0,25 mm.

Durante la jornada obtuvimos un sin fin de bogas, la más grande pesó 1,5 kilos. Pescar estos peces con elementos tan livianos es un verdadero placer, y ni hablar cuando ganan la correntada.

El domingo amaneció hermoso, fresco y soleado. Hacia el este se apreciaban las nubes que anunciaban para la tarde, y que serían prolegómeno de una semana con lluvias en el sur entrerriano. Teníamos un par de horas antes del regreso y volvimos a las bogas.
En esta ocasión lo hicimos sobre el Guazú al principio del muelle, en aguas más profundas. Mary estaba “afilada” y se lució, la pesca estaba hecha.

Es reconfortante un fin de semana de estas características. En las antípodas de la locura de la ciudad, es un necesario baño de reparo, descanso y pesca.

AGRADECIMIENTOS

Club de Pescadores de Buenos Aires, en especial por la gentileza de Daniel Grau, Anabella y Néstor.
A mi esposa María Inés, inmejorable compañera de pesca (y de vida)

readers comments
  1. Roberto Reggina on octubre 15th, 2012 10:17

    Linda nota, muy cálida y con todo lo que uno espera de un lugar para combinar el descanso con la pesca. Saludos.