EL DÍA MENOS PENSADO…

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Con el pejerrey aún lejos y los dorados en retirada, el otoño arribó a Buenos Aires proponiendo esa «zona gris» para muchos pescadores. Una tarde de sábado que sugería video o simplemente ocio, se convirtió en pesca…

POR EL LIC. VÍCTOR DE VÍCTOR

El fin de semana llegó después de varios días de trabajo intenso. Los informes obtenidos de la pesca en el Guazú no eran buenos, por lo que pospusimos el relevamiento programado para cuando lleguen las flechas plateadas.

El escenario de sábado, luego de una mañana activa, insinuaba una siesta aderezada con un buen DVD, nada despreciable para pensar en recuperar energías para el lunes. A medida que corrían los minutos del mediodía, el termómetro acrecentaba grado tras grado y convertía la tarde otoñal en casi primaverosa.

Luego del almuerzo, empecé a evaluar la posibilidad de reemplazar la siesta por aunque sea, un par de horas de pesca. Pero no había nada preparado!

Sin demasiado vértigo, para no romper con  el concepto del «cable a tierra», guardé un par de líneas, un micro reel, la inefable Shimano Stimula Ultraliviana y la carnada, sería una porción de lombrices adquiridas en «La puerta de Pescadores» y el maíz remojado que ofrece el muelle cada 100 metros.

Llegué al Club y enseguida tuve la sensación de que había valido la pena. Si bien el río no «pintaba» bien (el agua estaba muy oscura, con mucha suspensión) ya estar allí significó para mí un placer.

Las primeras dos horas de pesca fueron difíciles, cuando empezó a caer el sol, comenzó la actividad y en una hora llegaron patíes chicos, moncholos, bagres amarillos, un «armadazo» de un par de kilos, y hasta una buena boga. Todo en un ratito.

POR LA DOCENA

Son esas cosas que pensamos los pescadores. Luego de una hora muy activa con una variada típica para esta época del año, hice el último tiro para lograr la captura número 12. Con ella daría por finalizada la mini-jornada. Con el sol ya en fuga por detrás de los edificios el marco era bellísimo, los colores del atardecer recrean el espíritu.

En el anzuelo «de arriba» encarné cinco granos de maíz, y en el «de abajo», un pulpito de lombriz, seguro algún «bigotudo» se prendería y así iba a dar por terminada la pesca.

Sentí el pique, puse atención, y clavé. El nylon se tensó y el pez ensayó su primera corrida. La Stimula se arqueó describiendo una parábola furiosa. Ya pasó por estas batallas y las resistió siempre… pero, el sedal de 0,25 mm. siempre provoca algo más de adrenalina. Una segunda corrida, por suerte hacia afuera, una tercera hacia la misma dirección y la última, más cerca de los pilotes, me permitió ver el cansancio de la carpa.

Un consocio-amigo, de esos que siempre están, me auxilió con el copo para poder concretar la captura. Fotos, y como corresponde, la vuelta al agua.

Es común en el Club obtener ejemplares de más de 10 kilos. No fue así en esta ocasión, aunque quedamos muy satisfechos por la carpa obtenida. Fue un broche de oro para la elección realizada en un día que no había sido pensado para pescar…

AGRADECIMIENTOS

Al Club de Pescadores, mi Club, por la cordialidad de siempre. Y a los muchachos del morro, por la camaradería, las fotos, y la ayuda en el momento de la captura.