SÓLO ALGO DE VARIADA…

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El fin de semana pescamos en el Río de la Plata. La luna llena, el cruce de vientos, la noche de los museos… varias explicaciones para una jornada de pesca pobre.

INFORME: LIC: VÍCTOR DE VÍCTOR

El sábado al mediodía llegamos al Club de Pescadores con la idea de pasar un rato pescando. Como siempre, la primera hora fue dedicada a la pesca con artificiales. El agua se hallaba rizada en exceso por acción de viento del NE, viento que durante la jornada nos desorientaría, dado que a mediatarde se puso fuerte del este para rotar al sudeste en el final de la jornada.

Luego de nuestro fallido intento por dar con los dorados con señuelo, recurrimos a la pesca con carnada, que de una u otra manera, en el Club siempre rinde. Adquirimos unos filets de sábalo en «La Puerta de Pescadores» y con maíz y daditos de salamín en nuestro haber, fuimos por algún doradillo y por las infaltables bogas.

El clima estuvo afable, excepto las rachas de viento que nos desorientó durante toda la tarde, obligándonos a cambiar de lugar en varias ocasiones.

La pequeñas bogas no se hicieron esperar. Pescadas con elementos livianos garantizan el entretenimiento, y si bien en esta oportunidad no salieron ejemplares descollantes, suele haber sorpresas.

La tarde no venía bien, nos divertíamos con las bogas, pero sendos «sapos» se veían a nuestro alrededor. Preparé un equipo para tentar a los -en este día- esquivos dorados. Línea al agua, y sin mediar mucho tiempo, el tigre de los ríos se hizo presente! Recomendamos luego de las fotografías la cuidadosa devolución.  Nosotros nos valimos de los mediomundos que a tal efecto provee el Club.

Los doradillos están, hay que probar diferentes modalidades y más que seguro se ven los resultados, aún con condiciones cambiantes como en esta jornada. Continuamos con la pesca de bogas y a nuestros costados, vimos sólo la captura de algunos bagres amarillos y por fin, cerca del crepúsculo, en el morro viejo obtuvieron una hermosa carpa.

El Club, embellecido, se preparaba para la noche de los museos, mientras la tarde, nos regalaba una hermosa postal en otro día de pesca.