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GUALEGUAY, EN FALTA
Aún en invierno, nuestro amigo y colaborador, fanático de los señuelos, viajó a Gualeguay, provincia de Entre Ríos para realizar un relevamiento de pesca con artificiales…
POR OMAR CIVALE
Cuarenta y ocho horas antes a nuestra partida, esa zona de la mesopotamia, gozaba de una temperatura casi estival de 39º. Los sitios especializados en meteorología, no se ponían de acuerdo sobre las distintas cuestiones del tiempo. «Este», pronosticaba para el día elegido, soleado, algo frío, sin vientos, “aquel” auguraba vientos de 40 nudos, soleado, pero muy frío… A quién hacerle caso?
Para colmo, el guía de la zona, se comunicó por Internet y nos dijo que nos tenía preparada una sorpresa… se habían despertado los “cocodrilos”, léase, las tarariras grandes. Y las ganas de pescar no entienden razones, hacen que te aferres de la más mínima posibilidad, por lo tanto le hicimos caso a “este”, que pronosticaba un clima más benigno.
Así que los ocho pescadores, decidimos viajar para tentar suerte con los dorados y fundamentalmente con las tarariras. Una rápida modificación en los equipos de pesca, agregando señuelos de látex con anti enganches, para pescar entre la vegetación acuática de los bañados, cañas y reeles más moderados y ya estábamos listos para la aventura. Gualeguay dista de la Capital unos 230 km., por autopista Panamericana hasta Zárate, luego la ruta 12, autopista hasta Ceibas y de ahí se transforma en ruta común, con el alivio que casi no la transitan camiones ni micros. Cuando amaneció y pudimos ver los campos, comenzamos a darnos cuenta que la cosa no iba a ser tan facil, una escarcha muy blanca y opaca, cubría todos los pastos.
Cuando llegamos al lugar de encuentro con los guías y descendimos de los vehículos, un viento helado del este-sudeste a una velocidad de 35 nudos, nos atravesó los cuerpos, haciéndonos saber que habíamos cometido un error. Imperturbables, con el espíritu en alto y las ganas de pescar intactas, nos mantuvimos estoicos en el punto de encuentro, haciendo bromas y riéndonos mientras con las manos en los bolsillos, dábamos saltitos, pegábamos con los talones en el suelo y hacíamos toda suerte de movimientos, que dan los que están ateridos de frío, por no decir otra cosa.
Una vez embarcados y luego de recorrer el río Gualeguay, al llegar al Paraná Pavón, el oleaje nos advirtió que el río nos iba a pegar una soberana paliza si intentábamos navegar en él y como no había manera de evitarlo, ajustamos bien nuestros abrigos para evitar la entrada de agua en el cuerpo, a causa de las salpicaduras.
Anclamos en distintos lugares y el resultado fue el mismo, ni un dorado. Decidimos pescar al golpe, pesca más efectiva, tirando hacia la costa mientras la embarcación deriva río abajo pero, teníamos que hacerlo con viento de frente, tarea muy difícil de realizar, para poder vencer la fuerza del viento había que lanzar con mucha fuerza y a veces estando el señuelo en el aire, una ráfaga lo desviaba y terminaba enganchado en una raíz o una rama, haciendo muy difícil la tarea.
Solo quedaba una posibilidad, nos bajamos de la lancha y pescamos desde la costa, pero los dorados estaban en una profundidad de un metro y medio, había que usar señuelos con paletas medianas que al arrimarlos a la orilla, se enganchaban con las ramas y raíces sumergidas. Una pesadilla. Entre los cuatro pescadores de nuestra lancha, Marcelo, Cristian, David y yo, todos expertos en la pesca con artificiales, además de ser una banda de cuatreros, sólo obtuvimos doce dorados, aproximadamente la décima parte de lo que habríamos logrado, si el tiempo hubiera sido más benigno con nosotros.
Y respecto a las tarariras, ni se nos ocurrió acercarnos donde se suponía debían estar, porque con semejante frío, seguramente no íbamos a encontrar una ni por casualidad. La decepción y la bronca se dibujaba en nuestras caras, pero… si la pesca fuera fácil, que aburrida sería.
Demás está decir que al regreso, veníamos planeando la próxima salida, la cual va a ser muy pronto.
Amigos, me despido como siempre, sugiriendo que cuidemos el río y los peces. No contaminemos, y devolvamos con vida a quienes nos brindan la satisfacción de hacer lo que más nos gusta… PESCAR. Será hasta la próxima.

Qué manga de cuatreros! Menos David que no hay foto… volvió zapato como siempre? Jaja.
Bien amigos, se le pararon de manos al frío y levantaron pescado.
Abrazo grande cuatreros!!
Omar: que traicionero que es el clima en estos días… Iban por las tarus y terminaron con frío y mojados. Es como vos decís… si no fuera así ¿qué tendría de divertida la pesca?
Igual con todo en contra hicieron una muy buena pesca. Un abrazo y felicitaciones.
Facu, doy fe que David pescó tres. No sé porque el guía no lo fotografió con mí cámara. Me dejó sin imágenes del galán pescador. JAJAJA Tampoco le sacó a un señuelo, con forma de palmera multicolor, que tiró Cristian al agua. Un desastre!!! JAJAJA
Es cierto Diego cuando pudimos mirar a los costados de la ruta y vi todo escarchado, me quería matar, encima el viento tan fuerte nos complicó el día. Pero…la pasión puede más y le cuatrereamos una docena al Paraná Pavón. Algo es algo. JAJA
Nada que ver Facu, yo pesqué como siempre jeje. Zapatero jamás! Sólo que no salí en las fotos de Omar!
MAS ALLÁ DE LA BAJA TEMPERATURA Y EL VIENTO REINANTE EN LA JORNADA DE PESCA, HAY QUE DESTACAR QUE YA NO QUEDAN CORREDERAS PARA QUE EL DORADO ESTE CAZANDO, ESTO SE DEBE A QUE EL RIO ESTA BAJO Y EN TODO SU CAUCE CORRE A LA MISMA VELOCIDAD. POSIBLEMENTE PARA LA CRECIDA QUE SE AVECINA PARA FINES DE SETIEMBRE, OCTUBRE, LAS CONDICIONES VUELVAN A SER MUY BUENAS EN GUALEGUAY. POR EL MOMENTO, PARA LA PESCA CON ARTIFICIALES DE DORADOS, HABRÁ QUE TOMAR OTROS RUMBOS. IGUALMENTE AGRADEZCO A MIS TRES COMPAÑEROS DE PESCA CON LOS CUALES NOS DIVERTIMOS Y LA PASAMOS EXCELENTE, ABRAZO PARA ELLOS.
PD: DOY FE QUE DAVID PESCÓ TAMBIÉN…
Muy acertado el comentario, Marcelo.
Para volver por ahí habrá que esperar un tiempo, al menos hasta que se produzca alguna crecida de agua que modifique el paisaje.