BARADERO, CERCANO Y RENDIDOR

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Con la excusa de una deuda pendiente,  organicé una salida con mi papá, Guillermo, en busca de algunos  dorados. Por los resultados obtenidos en relevamientos anteriores y la cercanía a la Capital Federal decidí hablar con Daniel Suigo, guía local.

POR LUCIANO PEZZONI

Así fue que lo llamé y coordinamos una de las opciones  que él ofrece, que es sólo el traslado a un punto fijo.
El sábado temprano cargamos el auto y emprendimos el viaje con la preocupación de conseguir combustible, como primer medida, a causa de la escasez del mismo, ya que lo disponible en nuestro tanque alcanzaba sólo para la ida. Después de 100 km. logramos el cometido y ya con el tanque lleno seguimos el viaje más tranquilos, llegando a Baradero a las 9:30, momento en el que me comuniqué con el guía para coordinar el encuentro en el puerto.
Cargamos la lancha y partimos río abajo al sector de las piedras que era donde teníamos planificado pasar todo el día pescando dorados. Después de media hora llegamos al lugar indicado,  descargamos todo y desplegamos el campamento base.

El nivel del agua estaba unos 60 u 80 cm., más arriba que las últimas veces que estuve ahí. Nos pusimos los wadders y buscamos dos palos para guiarnos a la hora de entrar al agua, ya que las famosas piedras estaban bien tapadas y no se veía donde se pisaba, lo que sumado a la fuerte corriente hacia riesgoso  el ingreso.

Por la mañana, como conocedor de la zona arrancamos el día con el equipo de fly con línea de flote para evitar el enganche en las piedras, con una jornada mañanera que se presentaba con poco sol y muy ventosa. Se hacía muy complicado y desgastante conseguir un tiro preciso y una buena distancia, como consecuencia de ésto los piques de dorados fueron escasos pero buenos. A media mañana paramos para descansar y tomar unos mates y ver a los doraditos dando un espectáculo de saltos.

Al mediodía hicimos la parada estratégica para comer, acompañándola con un buen vinito. Aprovechamos para analizar la situación y, tomando en cuenta la altura del agua que nos daba un mayor margen para evitar el enganche, decidimos cambiar la línea de flote por una de hundimiento #3. Después de comer retomamos fuerzas y fuimos en al encuentro de lo que habíamos venido a buscar. El viento había calmado y el sol se hacía presente, ahora sí el casteo era más fácil y preciso, se notó el cambio con una seguidilla de buenas capturas y entre éstas, la más importante fue la de mi padre que debutaba con su primer dorado con mosca.

Luego de fotografiar el gran momento, otro igual a la satisfacción de devolverlo y verlo irse como todos los pescados anteriormente, hicimos una parada para tomar unos mates y seguir hasta las 18:00  hs. con un atardecer sin nada de viento y muy cálido.

Llegó el guía a buscarnos, desarmamos el campamento y cargamos la lancha para regresar al puerto. Antes de volver le pedí si podíamos hacer una pasada por la margen de enfrente al garete para hacer 4 tiritos más, sin dudarlo y bien predispuesto me dijo que sí, realizamos los lanzamientos y en el último, como gran despedida, logré la captura final que cerró una gran jornada.

Arribamos al puerto a las 19:00 hs., cargamos el auto, nos despedimos y emprendimos el viaje de vuelta sin sobresaltos.
Usamos equipo de fly cañas 7/8, líneas de flote y líneas de hundimiento #3 y unas moscas súper efectivas provistas por un conocido en el tema, Jorge López Basavilbaso.

Saludos y hasta la próxima.
Luciano Pezzoni
lucianope@fibertel.com.ar